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ACERCA DE MÍ

Nací en Manzanares (Ciudad Real) en 1.959, soy militar y marino retirado, y dedico ahora buena parte del tiempo a mi pasión por la literatura. Así, en los últimos años han visto la luz novelas como "KILWA", "EL COTO PRIVADO" y "ORGULLOSA MARY"; y también una recopilación de cuentos y relatos bajo el título de "VISOS DE REALIDAD".   Ya está en el mercado mi última novela, "EN LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA", y estoy preparando una serie de cuarenta narraciones marineras que publicaré como "BARCOS Y NAVEGANTES" en cuanto sea posible. Toda esta actividad literaria me ha brindado la oportunidad de acercarme a un mundo que desconocía, aprender una ingente cantidad de cosas, hacer nuevos amigos y embarcarme en alguna  aventura más o menos loca. Porque al final, dar rienda suelta a la creatividad y ejercer nuestra verdadera vocación, independientemente del éxito o el fracaso, es el camino más corto hacia la felicida

EL COTO PRIVADO


¿Quién pudo desear la muerte de un anciano agricultor en un pequeño pueblo perdido en los confines de Castilla? ¿Y por qué?

 Alrededor de ambas preguntas discurre la trama de esta novela, donde la intriga va dejando paso a la sorpresa a medida que el lector va conociendo la personalidad de Antón Garcés –el difunto–, y las peculiares circunstancias que rodearon su vida.

  Una familia rota, una investigación policial, viejas historias del pasado y la naturaleza agreste del norte de Guadalajara, componen el escenario que nos invita a reflexionar sobre nuestros afectos y esas viejas deudas que nunca prescriben.



CÓMO COMPRARLO:

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· Si vives en España y deseas un ejemplar dedicado escríbeme:    josecarlos.pgp@gmail.com


A modo de presentación y como anticipo de todo lo que viene después, aquí dejo algunos párrafos del primer capítulo.


UNO
  Los espacios entre las tumbas estaban invadidos ya por las malas hierbas  a pesar de que aún faltaban casi dos meses para la primavera, y en los encharcados senderos  apenas era posible distinguir una huella humana, señal evidente del escaso número de visitas que recibía aquel pequeño cementerio.
  Situado sobre una loma al final de un camino de arcilla bordeado de cipreses centenarios,  el camposanto parecía mantenerse en pie  porque el tiempo, piadosamente, quizá se hubiera olvidado de él. La cerca de piedras de laja, la cancela y el pequeño cuchitril donde se guardaban los aperos  de enterrar, si tenían algún merito, era el de no haberse derrumbado hacía ya mucho tiempo.
  Visto desde el pueblo, por ejemplo desde uno de los callejones que surgían detrás de la ermita prerrománica que había en  el centro de la plaza,  el cementerio aparecía como un pequeño espacio acotado entre encinas, chaparros y algunas extensiones de jara; todo ello salpicado de grandes pedruscos grises cubiertos de líquenes.
  El pensamiento de Isaías había entrado en una especie de bucle hacía ya rato, de manera que no dejaba de recriminarse por  ir vestido de ciudad.
  –No iba a venir disfrazado de senderista,  con bastón plegable y botas de suela antideslizante    se autojustificaba a pesar de lo incómodo y fuera de lugar que le hacía sentir su atuendo.
 Y, otra cuestión:
    ¿Debería ir hasta el cementerio caminando, pensativo y cabizbajo, o bien llegar hasta allí con el coche, aparcar junto a la puerta, buscar la tumba y largarme cuanto antes?    Todo ello meras cuestiones circunstanciales, simples  escusas para evitar el asunto principal.
  La actitud distante del alcalde pedáneo cuando le entregó las llaves de la verja del cementerio le ayudaron a decidirse. Era un hombre joven, que ni siquiera vivía en el pueblo y  que le dio el pésame sin realizar el mínimo esfuerzo por aportar un poco de calidez humana a tan sencillo acto.
  Siento lo de tu padre – dijo en un tono tan gélido que ya era en sí mismo una contradicción.
  No tardaré mucho, lo imprescindible para echar un responso.



 El Coto Privado tiene ya un largo recorrido, han sido muy numerosas las presentaciones en librerías y eventos culturales, y las ferias a las que he concurrido por media España con el libro bajo el brazo.
  


El resultado −igual que con mis otras novelas−, la satisfacción de contar con un buen número de lectores, creo que la mayoría complacidos, que en alguna ocasión me han abrumado con sus elogios o han compartido amablemente conmigo sus críticas. Pero, por encima de todo, la agradable sensación de que el esfuerzo de escribir este libro ha valido la pena.







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