A
finales del siglo XVI, en África Oriental la civilización swahili vivía un
momento de esplendor. Árabes, portugueses, persas y otomanos entrecruzaban sus
destinos con las tribus africanas al ritmo de los monzones, que henchían las
velas de multitud de barcos para llevar ingentes riquezas, la cultura, la
religión, el amor y la guerra hasta las más remotas costas del Lejano Oriente.
Pero en las profundas selvas del interior germinaba la amenaza del mal.
Algo casi inhumano, entre la sinrazón y la violencia despiadada, como un
huracán capaz de borrar de la faz de la tierra aquel mundo de mercaderes,
guerreros y marinos que ya citaban, como un lugar mítico, antiguos navegantes
romanos.
CÓMO COMPRARLO:
A modo de presentación y como anticipo de todo
lo que viene después, aquí dejo algunos párrafos del primer capítulo.
CAPÍTULO
UNO
(Kilwa,
costa sur oriental de África, finales del siglo XVI)
En un claro de la selva
una noche sin luna, dos hombres se baten espada en mano y el entrechocar de sus
aceros y la fatiga de sus respiraciones resuenan en el silencio, pues todo a su
alrededor ha enmudecido, como si los sigilosos habitantes de la jungla
esperasen expectantes el trágico desenlace.
Uno de los hombres es
negro, alto y delgado, viste túnica y turbante, calza babuchas y maneja la
cimitarra con notable habilidad. Sabe que su esgrima es muy superior a la del
otro pero no tiene prisa, porque piensa que sin verdadero combate no
encontraría satisfacción en la victoria.
El otro podría pasar
por europeo de algún país del sur del Mediterráneo, o por turco, aunque eso
tiene sin cuidado al negro, a quien en esos momentos solamente le interesan los
ojos de su enemigo y la hoja del sable de abordaje, ancho, corto y curvo que
maneja con más arrestos que pericia. Por sus ropas parece uno más entre las
decenas de marineros que cada día llegan a la isla, y su aspecto membrudo y
viril pasaría desapercibido de no ser por la amplia sonrisa que ilumina y
trasforma su rostro en algunos momentos.
Incluso cuando el
negro, un guerrero WaYao, da un paso adelante y tira una estocada directa al
pecho de su oponente, éste da un paso atrás, para el golpe con dificultad y
sonríe…
Una
de las etapas más satisfactorias en la ya larga andadura de esta novela, fue su
presentación en las mañanas de Onda Madrid.
Supuso una experiencia inolvidable participar en el
programa de Curro Castillo.
A
todo ritmo, desde primera hora de la mañana, dos cantautores, un actor,
un escritor, la estupenda Berta Murillo y algunos colaboradores más nos
enlazamos en un baile de palabras, música y carcajadas que parecía a punto de
dejarnos sin aliento. Pero no fue así, Curro es un gran profesional y, en ese
aparente maremágnum, consiguió que todos tuviéramos nuestro momento para
hablar, y discutir, claro, de lo que nos había llevado hasta allí.
Gracias.
Aquí dejo un pequeño vídeo como recuerdo de aquellos buenos momentos.
Otra ocasión inolvidable fue cuando acudí, de la mano de Gonzalo Arjona —compañero, amigo y
gran escritor—, a la Cadena SER Madrid-Oeste para hablar
de "KILWA", en el programa "HOY POR HOY" que coordina
y conduce la estupenda Ana Iriarte.
¿A quién no
le gusta hablar de su libro? Es como hablar de un hijo o un nieto y, si se dan
condiciones favorables, uno habla y habla mientras el tiempo pasa sin que nos
demos cuenta.
Gracias Ana,
gracias Gonzalo y gracias a la Cadena Ser por esta oportunidad y vuestras
amables palabras. Aunque mi cara en la foto parece decir otra cosa, fueron unos
momentos muy agradables, llenos de simpatía y cordialidad. Pero el directo es
así, ¿que le vamos a hacer?
Dejo a
continuación el enlace de la entrevista.
Una historia bien estructurada, apasionante y que desde un principio engancha con sus más de 500 páginas. Una buena lectura.
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